Lactancia
materna y caries
Todos
sabemos de los beneficios de la LM para la salud del niño, de la
prevención de muchas enfermedades (diabetes, obesidad, asma…),
además de la sensación de afecto y protección que proporciona al
niño. También conocemos los beneficios sobre la madre, ya desde el
mismo momento del parto pero también a largo plazo.
La
OMS recomienda amamantar mínimo 6 meses y hasta los dos años,
pudiendo prolongar la lactancia cuanto deseen madre e hijo.
Sin
embargo, muchos profesionales consideran que las caries infantiles se
deben a la “lactancia prolongada”, haciendo creer que esto es una
moda, y que propicia el desarrollo de las caries de la infancia
temprana. Muchos, de hecho, confunden caries de la infancia temprana
con “caries del biberón” y para ellos es exactamente igual
amamantar que dar el biberón. Vuelven la vista hacia el hecho
de que el destete natural en la especie humana ocurre entre los 2 y
los 7 años, y que todo lo que sea destetar antes de los dos años es
un destete precoz. ¿Podría ser que en esta ocasión la naturaleza
se haya equivocado? ¿Podría ser que la naturaleza provea de dientes
a los niños y sin embargo la LM los destruya poniendo en riesgo la
salud y la vida de los niños?
Fijémonos
en los animales: ¿hasta cuándo maman los animales? En su ambiente
natural hasta que les parece oportuno. ¿Tienen caries los cachorros?
No. Los veterinarios ven caries en animales cuya dieta se ha
“humanizado”, con dueños que les proporcionan alimentos que no
son propios para animales
Hablemos de las
caries.
Para
encontrar una respuesta, veamos qué son las caries: llamamos caries
al proceso destructivo del diente que tiene lugar como consecuencia
de la desmineralización de la superficie dental. Esta
desmineralización ocurre debido a que las bacterias se alimentan de
los restos de glucosa que se quedan depositados sobre la superficie
dental. Las bacterias metabolizan la glucosa y como producto eliminan
ácidos, que son los que van destruyendo el esmalte, primero
produciendo una mancha blanca, que se puede remineralizar, y luego
penetrando ya en el diente. Por tanto para que haya caries tienen que
concurrir varios factores:
1.-
que haya
dientes:
cuando aún no ha erupcionado ningún diente no se puede producir una
caries. Aún así se insiste en que se limpien las encías con una
gasita.
2.-
que haya
bacterias:
sólo con que haya azúcar pegado en los dientes no se provoca
caries. A un diente sumergido en un azucarero no le pasa nada. Pero
las bacterias están, y no aparecen por generación espontánea: ¿de
dónde proceden las bacterias que inician y hacen que progresen las
caries? Pues de la madre y de los cuidadores: el hecho de probar la
comida nosotros primero antes de dársela al bebé, el soplar la
comida para que no queme y el dar besos en la boca al niño, sobre
todo si
la madre ha tenido o tiene caries activas en el último año está
demostrado que es un factor de ALTO riesgo para la aparición de
caries en niños menores de 3 años,
ya que inoculamos involuntariamente las bacterias en la boca del
niño.
Por
otra parte, las
bacterias sobreviven de los azúcares
que introducimos en la dieta: nuestra dieta actual está plagada de
azúcares refinados que ni nos damos cuenta que comemos. Los
alimentos con más de un 14% de azúcar son de ALTO riesgo de caries.
Cuando un niño empieza con la AC ¿qué comenzamos a ofrecerle?
Normalmente plátano, papillas, galletas, zumos. Todos estos son
alimentos de alto riesgo. Los dientes recién erupcionados tienen el
esmalte aún sin terminar de mineralizar, por tanto son mucho más
susceptibles a los ácidos. En ese momento precisamente es cuando más
debemos evitar el contacto directo con sustancia azucaradas como
zumos.
3.-
el tiempo
durante el cual las bacterias están adheridas al diente es
fundamental: no es lo mismo comer un donuts y luego un puñado de
frutos secos que al revés. Los alimentos duros realizan una labor de
arrastre y ayudan, junto con la saliva, a eliminar los restos más
pegajosos. Terminar de comer con un pedazo de tarta no es lo mismo
que con un trozo de queso. De la misma manera, no es lo mismo que el
ataque de las bacterias tenga lugar 5 veces al día que 17. El tiempo
en el que el riesgo es mayor son los primeros
veinte minutos
tras haber comido. En esos primeros minutos es cuando hay que
lavarse los dientes. Pero la frecuencia con la que nos expongamos al
riesgo es importante, así como el tiempo de contacto, aumentado en
alimentos más pegajosos.
4.-
Y finalmente, los factores
de resistencia individual
del paciente como la cantidad de saliva
(reducida en ciertas enfermedades, o con el uso de medicamentos como
corticoides comúnmente utilizados para el asma), un esmalte
deficiente de forma congénita, una anatomía irregular de la
superficie dental y otras circunstancias individuales pueden
predisponer al niño a tener más caries. Aquí la higiene dental, el
aporte de flúor y la conveniencia o no de colocar selladores
oclusales juegan el papel más importante, pues estas medidas está
demostrado que disminuyen drásticamente el número de caries
presentes.
Entonces, ¿qué papel
juega en todo esto la LM?
Vamos
a ver qué factores juegan a favor de la LM en cuanto a la boca:
.-
Al mamar el niño aprende a respirar por la nariz, lo que hace que se
estimule el crecimiento del tercio medio de la cara.
.-
La lactancia hace que al mamar la mandíbula se desplace hacia atrás
y adelante, disminuyendo el retrognatismo mandibular fisiológico del
recién nacido.
.-
Los bebés cuanto más tiempo son amamantados menos se chupan el dedo
o recurren a chupetes: hay una relación inversa entre el tiempo de
lactancia y los hábitos bucales nocivos.
.-
El bebé es capaz de controlar la longitud del pezón, su
flexibilidad y el flujo de líquido, cosa que no puede hacer con
tetinas ni chupetes.
Y
concretamente, en cuanto a la caries:
.-
El pezón
se coloca al final de la boca, en el límite entre paladar duro y
paladar blando. No
toca los dientes,
cosa que sí sucede con los biberones.
.-
Si el pezón no es ordeñado no sale leche de forma continua. Aunque
el bebé se duerma con el pezón en la boca, la leche no sigue
saliendo.
No se queda leche desbordando la boca. En el mismo acto en que el
pezón se exprime, la leche es ingerida. Con el biberón sí existe
ese riesgo, y de hecho es el mayor peligro
.-
La lactosa es el azúcar que tiene la leche. Este azúcar se
metaboliza en los dos monosacáridos que lo componen gracias a la
lactasa, una enzima que se sintetiza en el intestino delgado. De esta
forma en la boca no hay glucosa, las bacterias no obtienen glucosa de
la lactosa en la boca, sino que la obtienen de otros azúcares como
la fructosa. El riesgo pues es debido a la alimentación
complementaria, no a la LM. En cualquiera de los casos, la
lactosa es el azúcar menos cariogénico que existe.
.-
La leche materna contiene enzimas e inmunoglobulinas que inhiben el
crecimiento de las bacterias que producen caries así que, de hecho,
la leche
materna previene la caries.
.-
La leche materna en realidad hace que se deposite calcio y fósforo
en el esmalte. No
causa una disminución significativa en el pH,
al contrario de lo que piensan muchos dentistas. La leche humana no
es cariogénica a menos que haya algún otro azúcar fermentable
introducido por la dieta.
En
un paciente que no mama, y más en los niños, el ver que el niño
está “todo el día” comiendo induce a pensar que está sufriendo
un ataque ácido detrás de otro. Al dormir disminuye la producción
de saliva con lo cual el arrastre de restos de comida se reduce al
mínimo, y de hecho cualquier resto se queda adherido al diente hasta
la mañana siguiente. Esto supone aumentar muchísimo el riesgo de
caries. El niño que se duerme sin cepillarse los dientes es el
perfecto candidato para tener caries. El dentista siempre ha de
insistir en que hay que cepillarse
los dientes antes de irse a dormir,
tanto niños como adultos. Pero el niño que mama es diferente. No es
un adulto chiquitito. No funciona igual. No es extrapolable. Si
simplemente el único cambio en la conducta de la madre y el niño es
suspender la lactancia, no va a mejorar ni a disminuir el riesgo de
caries. Mamar por la noche no supone de ninguna manera el mismo
riesgo que dejar el biberón colgado de la boca del niño por la
noche.
Entonces ¿Por qué me
hijo tiene caries? ¿Qué puedo hacer ahora?
Las
caries aparecen porque el equilibrio entre desmineralización y
remineralización se ha roto. La boca se ha convertido en un entorno
ácido. Hay que ver por qué. Hay que estudiar qué come el
niño, cada cuánto, cómo están las bocas de sus padres y
cuidadores, si come alimentos protectores contra la caries o no, y en
cuyo caso introducirlos. Comprobar que la higiene bucal es buena y si
es necesario aportar flúor en la pasta de dientes o en barnices o
como sea mejor para él. Hay que estudiar muy pormenorizadamente
todos los hábitos. Y mamar no es un hábito. Ni bueno ni malo. Mamar
es una necesidad. Cuando se hayan controlado todos los factores
externos anteriormente comentados, nos daremos cuenta que la LM no
juega un papel decisivo en el inicio ni el desarrollo de las caries.
Es
importante ser conscientes de que un niño con caries de aparición
temprana (las que aparecen en menores de 3 años) es un niño con
alto riesgo de caries, es decir, con riesgo de tener tres o más
lesiones cariosas al año. Pero es más importante aún cuidar las
piezas que no tienen caries, y de hecho eso es lo más fundamental,
crear un entorno en la boca que permita que el resto de piezas libres
de caries, incluyendo las que aún no han erupcionado, las
definitivas, sigan libres de caries.
Irene Iglesias Rubio.
Odontóloga.
Nº Col. 40005606.
Centro Dental E-boca.
Tfno. 921412271.
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