dilluns, 27 de maig del 2013

Bases per una bona alimentació

Fa molt temps que sento a parlar de Julio Basulto, pare, dietista i nutricionista, però fins avui no havia començat a llegir coses seves. He trobat aquest parell d'entrevistes, una per la revista Consumer, i l'altra que li van fer a TV2 aquest mes de maig. M'han semblat molt interessants i us deixo els enllaços, i copio l'entrevista. Ah, al video i surt el mercat de Les Bòbiles de Martorell; els nens que es veuen tastant diferents aliments, estant passejant pel mercat. M'ha fet il·lusió.
Entrevista a TV2 http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-entrevista-julio-basulto-escritor-dietista-nutricionista/1829076/
Entrevista a Consumer http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/infancia_y_adolescencia/2013/05/24/216812.php
"Alimentar a un niño tiene que ser tan natural y hermoso como darle un abrazo"
  • Por LAURA CAORSI
  •  
  • 24 de mayo de 2013
- Imagen: Jordi García -

Experto en nutrición humana y dietética, miembro de prestigiosos paneles, grupos, sociedades y comités, investigador incansable y colaborador habitual de Eroski Consumer, Julio Basulto es una referencia en el ámbito de la alimentación. Su tercer libro, de reciente aparición, centra el foco en los niños. 'Se me hace bola' constituye un sustancioso documento, interesante y ameno, que sirve en bandeja consejos prácticos para los padres y madres que se preocupan por la alimentación de sus hijos. La siguiente entrevista repasa algunos de ellos.
 
El niño no quiere comer. ¿En qué momento hemos perdido la batalla?
En el preciso instante en que abordamos la hora de comer como una batalla, con vencedores y vencidos. En una batalla de verdad, los vencedores, aunque ganen, siempre pierden algo. Como mínimo, la llamada "fuerza de combate". En la mesa, los padres que presionan a sus hijos para que coman (por las buenas, por las malas o por las regulares) pierden autoridad moral frente al niño. El niño, por su parte, pierde autonomía y termina por delegar la responsabilidad de su ingesta en un control externo, cuando debería ser interno.
Pero, ¿por qué no quiere comer?
Si un niño no quiere comer, solo hay dos razones que justifiquen su actitud: o bien no tiene hambre, en cuyo caso debemos respetar sus sabios, ancestrales y milimétricamente diseñados mecanismos de la saciedad; o bien está enfermo, en cuyo caso debemos tratar la enfermedad que le quita el apetito, no darle de comer para que se le cure la enfermedad.
Explicas en tu libro que debemos conocer y respetar al niño para pasarlo bien en la mesa. ¿Cómo saber qué necesita y distinguir las apetencias de los caprichos?
Las necesidades nutricionales del niño, salvo en el primer año de vida, no se diferencian mucho de las del adulto, si no es por la cantidad que, lógicamente, es menor. Conocer al niño en lo relativo a la alimentación es saber qué le gusta y qué no le gusta, sin más. Como haríamos con un invitado. Le ofrecemos un alimento, ¿se lo come feliz y contento? Señal de que le gusta. ¿Lo rechaza? Pues no le gusta. A mí no me gusta el melocotón y, si puedo escoger, prefiero no comerlo. Los gustos de los niños, como los de los adultos, difieren notablemente. ¿Te lo pasarías bien en un restaurante en el que el jefe de cocina decide que tienes que comer pies de cerdo, que según él son muy nutritivos? Yo no, la verdad. Y no creo que sea un "capricho". No soporto los pies de cerdo y no me los comeré, aunque el maître me dedique una mirada arrogante y despectiva. Si entendemos por "capricho" que el niño quiera comer a todas horas chocolate negro, nuestro deber es evitar que dicho alimento esté en el hogar, para evitar tentaciones. Ahora bien, si por "niño caprichoso" entendemos a aquel que tiene sus propios gustos, creo nos equivocamos. Más bien es un "niño sensato".
En 'Se me hace bola' ofreces una extensa lista de alimentos dirigidos al público infantil que deberíamos evitar, por calóricos y poco nutritivos. ¿Cómo conseguimos esto?
"Una gran parte de las calorías que toman los niños provienen de alimentos muy calóricos, pero poco nutritivos"
La idea con la lista es que tales "sustancias comestibles" no formen parte habitual de la dieta del niño. No pasa absolutamente nada si tomamos o toman de vez en cuando alimentos superfluos, pero la triste realidad es que una grandísima parte de las calorías que toman los niños provienen de las llamadas "calorías vacías", es decir, de alimentos que aportan muchas calorías, pero pocos nutrientes. Para evitar que los tomen de forma habitual, es preciso evitar que estén en casa, predicar con el ejemplo, esquivar los canales de televisión repletos de anuncios de comida basura (cuanta menos tele vean, mejor) y no prohibirles que los tomen si caen en sus manos. Cuando se prohíbe taxativamente a un niño que coma un alimento, en cuanto nos despistemos ingerirá una cantidad que compensará con creces nuestra prohibición. Prohibir es despertar el deseo, como todo el mundo sabe.
Subrayas la idea de no tener en casa alimentos poco saludables, pero ¿de qué modo debemos manejarnos fuera, ya que la oferta es constante y cada vez mayor?
Es cierto, la oferta es inmensa. Para mi mujer y para mí una de las claves es llevar siempre encima, cuando salimos a la calle, comida sana. Si tienen mucho apetito, la tentación será mayor. Así que en nuestra mochila no faltan diversas piezas de fruta fresca, frutos secos, fruta desecada o incluso bocadillos. Ah, y una botella de agua, claro, por si tienen sed.
¿Es posible evitar la tentación de un niño cuando nos acompaña al supermercado, o si pasamos frente a una tienda de chuches? ¿Qué deberíamos hacer en estas situaciones, negarnos a comprarle lo que pide o negociar con él?
Sí se puede negociar con el niño si se pone muy insistente, por supuesto. De hecho, creo que es lo más sensato. No vale la pena discutir o montar un numerito por la comida. Una vez tenemos en nuestro haber la información relacionada con qué alimento no está en la categoría de "recomendable para un consumo diario", es momento para, con calma y sin sobresaltos, enfocar la mejor estrategia para que nuestros hijos (y no los del vecino) los tomen lo menos posible. Creo sinceramente que cada familia tiene que experimentar con su hijo, saber quién es, qué carácter tiene, y adaptarse a su manera de ser. Mi mujer y yo, por ejemplo, intentamos ir lo menos posible con la pequeña al supermercado. Ojos que no ven, corazón que no siente. Sin embargo, con la mediana ya es distinto. Y no digamos con la mayor, la mar de responsable.
¿Qué alimentos sí deberíamos tener en casa?
Las frutas que les gustan a nuestros hijos, a mano, a la vista. De vez en cuando variamos, a ver si les apetece alguna otra, pero sin manipulaciones, tipo "fíjate qué sanísimo es este níspero y qué rico está". Es fácil: basta con comprar las frutas de la estación en la que estamos. Lo mismo con las hortalizas (que hay decenas). Pan integral (mejor sin sal), arroz integral, pasta integral, legumbres y frutos secos. Todo ello tan a la vista como el mando de la tele.
¿Qué tres errores que los adultos no deberíamos cometer cuando damos de comer a los niños?
El autoritarismo ("te lo comes porque yo lo digo"), la negligencia ("mi hijo se alimenta a base de refrescos, le encantan") y la incoherencia ("papá, ¿por qué yo tengo que comer un bocadillo de pan integral sin sal y tú meriendas un croissant de chocolate?").
¿Y tres aciertos que sí deberíamos procurar?
Dar buen ejemplo (y no solo con la alimentación, sino con nuestro estilo de vida), respetar las preferencias del niño y tener alimentos saludables en casa.
¿Exigimos más a los niños para que coman sano que lo que nos exigimos a nosotros mismos?
Sí, sí, sin duda. Es lo resumido en la incongruente frase "haz lo que yo hago y no lo que yo digo". Las encuestas revelan que la alimentación de los adultos huye de un patrón saludable a toda velocidad. Sin embargo, la presión para que los niños se alimenten bien se mantiene: un atropello a la razón.
¿Hasta qué punto es importante ofrecer un buen ejemplo?
Hasta el infinito y más allá. Varias mentes preclaras nos han regalado inmortales frases sobre este tema, que voy incluyendo en mis libros siempre que puedo. Tres de ellas: "dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera" (Albert Einstein), "no hay más que una educación y es el ejemplo" (Gustav Mahler) o "el regalo más grande que puedes dar a los demás es el ejemplo de tu propia vida" (Bertolt Brecht).
Señalas en el libro que la 'tecnología' de la cuchara y el avión no es eficiente, ¿por qué?
Porque es una 'tecnología' que parte de la base de que hay que distraer al niño para que coma, cuando el apetito del niño es el único marcador que debemos tener en cuenta para ofrecerle comida.
En un mundo sembrado de golosinas, refrescos y comida rápida, ¿podemos conseguir que un calabacín le resulte atractivo a un niño?
De ninguna manera. Desde el momento en que pretendemos que un niño coma calabacín, las posibilidades de que acabe odiándolo aumentan. Si a nosotros nos gusta el calabacín, pues nos lo comemos delante del niño, y llegará el día en que él dirá "¿puedo probar?". ¿Que le gusta? Pues bien. ¿Que no le gusta? Pues también bien. No se desnutrirá por ello. Ni el calabacín ni el apio son tan nutritivos, después de todo.
Por favor, explícame eso de que "no importa tanto lo que les damos como lo que no les damos" de comer a nuestros hijos.
"No es tan importante depurar un río contaminado como evitar que se contamine"
Con mucho gusto. Volvamos al calabacín. ¿Existen pruebas que demuestren que los niños que se alimentan con muchas hortalizas, como el calabacín, están más sanos? Las que hay son poco concluyentes, porque siempre hay un factor que sucede a la vez y que altera las conclusiones. Así, en las casas de los niños que toman muchas hortalizas se fuma menos (o no se fuma) y se tiene más cuidado por los riesgos del hogar (enchufes, ventanas, etc.) o de la carretera (cinturón de seguridad, velocidad al volante). Esos y otros factores influirán mucho sobre la salud del niño. Es decir, no sabemos a ciencia cierta si son las verduras lo que les da salud o algo que sucede a la vez que las verduras. Sin embargo, ningún comité de nutrición duda de lo arriesgado que es a largo plazo que los niños tomen a menudo alimentos "malsanos" (como los llama la Organización Mundial de la Salud). Como indico en mi libro, no es tan importante depurar un río contaminado como evitar que se contamine.
En tu libro ofreces consejos para aplicar desde el nacimiento del bebé hasta que es un adolescente. ¿Qué pasa si al leerlo descubrimos que hemos errado en los primeros cuatro años? ¿Hay esperanza? ¿Los malos hábitos son 'reversibles'?
Por supuesto, no es una condena a muerte. De hecho, como explico en 'Secretos de la gente sana', estoy convencido de que pequeños cambios en nuestros malos hábitos tienen efectos significativos en personas de cualquier edad.
Además de dietista-nutricionista eres padre. ¿Alguna vez te has desesperado en la mesa o has sentido que los niños pueden más que los estudios y sus evidencias?
Si me permites, cambio el orden de la frase: soy padre, y además dietista-nutricionista. Lo primero es mucho más importante que lo segundo. En cuanto a los estudios, lo cierto es que los tengo muy en cuenta, sobre todo si los han elaborado personas a las que de verdad les preocupa la salud pública (de esas que no tienen ni trampa ni cartón). Pero nunca me han convencido tanto como una conversación con mi mujer. En cuanto a si me he desesperado, con mi primera hija estuve muy desorientado al principio... pero por suerte vino en mi ayuda un fantástico libro llamado 'Mi niño no me come'. ¿Quién iba a decirme que su autor, Carlos González, iba a prologarme un libro trece años después?
¿Hace falta ejercitar la paciencia?
"En la mesa, los niños necesitan sus tiempos, sus ritmos"
Depende. La RAE tiene varias definiciones para esta palabra y algunas me gustan (en este contexto, se entiende) mientras que otras no. Si la que aplicamos con nuestros hijos es "capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse" vamos por mal camino. Alimentar a un niño no puede ser "padecer" o "soportar algo sin alterarse". Alimentar a un niño tiene que ser tan natural y hermoso como darle un abrazo. ¿Cómo damos un abrazo? Con cariño, pero con respeto. Pues con la comida igual. En cualquier caso, está bien tener presente, en la mesa, que los niños necesitan sus tiempos, sus ritmos. No nacieron en un día, no les salieron los dientes en la primera semana de vida, no caminaron a los tres meses, no aprendieron a multiplicar con un año de vida. ¿Por qué tienen que comer "de manual" justo cuando a nosotros se nos antoja? Queramos a nuestros hijos como son, en cada momento del día y de la noche, aceptémoslos y amémoslos incondicionalmente, que para eso somos sus padres, y todo irá de rechupete. Y eso incluye a la comida.

dijous, 2 de maig del 2013

Lactància materna i caries

M'ha arribat aquest document que parla de la relació, o no, entre la caries i el prendre pit. El copio sencer.



Lactancia materna  y caries



Todos sabemos de los beneficios de la LM para la salud del niño, de la prevención de muchas enfermedades (diabetes, obesidad, asma…), además de la sensación de afecto y protección que proporciona al niño. También conocemos los beneficios sobre la madre, ya desde el mismo momento del parto pero también a largo plazo.
La OMS recomienda amamantar mínimo 6 meses y hasta los dos años, pudiendo prolongar la lactancia cuanto deseen madre e hijo.

Sin embargo, muchos profesionales consideran que las caries infantiles se deben a la “lactancia prolongada”, haciendo creer que esto es una moda, y que propicia el desarrollo de las caries de la infancia temprana. Muchos, de hecho, confunden caries de la infancia temprana con “caries del biberón” y para ellos es exactamente igual amamantar que dar el biberón.  Vuelven la vista hacia el hecho de que el destete natural en la especie humana ocurre entre los 2 y los 7 años, y que todo lo que sea destetar antes de los dos años es un destete precoz. ¿Podría ser que en esta ocasión la naturaleza se haya equivocado? ¿Podría ser que la naturaleza provea de dientes a los niños y sin embargo la LM los destruya poniendo en riesgo la salud y la vida de los niños?
Fijémonos en los animales: ¿hasta cuándo maman los animales? En su ambiente natural hasta que les parece oportuno. ¿Tienen caries los cachorros? No. Los veterinarios ven caries en animales cuya dieta se ha “humanizado”, con dueños que les proporcionan alimentos que no son propios para animales


Hablemos de las caries.
Para encontrar una respuesta, veamos qué son las caries: llamamos caries al proceso destructivo del diente que tiene lugar como consecuencia de la desmineralización de la superficie dental. Esta desmineralización ocurre debido a que las bacterias se alimentan de los restos de glucosa que se quedan depositados sobre la superficie dental. Las bacterias metabolizan la glucosa y como producto eliminan ácidos, que son los que van destruyendo el esmalte, primero produciendo una mancha blanca, que se puede remineralizar, y luego penetrando ya en el diente. Por tanto para que haya caries tienen que concurrir varios factores:

1.- que haya dientes: cuando aún no ha erupcionado ningún diente no se puede producir una caries. Aún así se insiste en que se limpien las encías con una gasita.

2.- que haya bacterias: sólo con que haya azúcar pegado en los dientes no se provoca caries. A un diente sumergido en un azucarero no le pasa nada. Pero las bacterias están, y no aparecen por generación espontánea: ¿de dónde proceden las bacterias que inician y hacen que progresen las caries? Pues de la madre y de los cuidadores: el hecho de probar la comida nosotros primero antes de dársela al bebé, el soplar la comida para que no queme y el dar besos en la boca al niño, sobre todo si la madre ha tenido o tiene caries activas en el último año está demostrado que es un factor de ALTO riesgo para la aparición de caries en niños menores de 3 años, ya que inoculamos involuntariamente las bacterias en la boca del niño.
Por otra parte, las bacterias sobreviven de los azúcares que introducimos en la dieta: nuestra dieta actual está plagada de azúcares refinados que ni nos damos cuenta que comemos. Los alimentos con más de un 14% de azúcar son de ALTO riesgo de caries. Cuando un niño empieza con la AC ¿qué comenzamos a ofrecerle? Normalmente plátano, papillas, galletas, zumos. Todos estos son alimentos de alto riesgo. Los dientes recién erupcionados tienen el esmalte aún sin terminar de mineralizar, por tanto son mucho más susceptibles a los ácidos. En ese momento precisamente es cuando más debemos evitar el contacto directo con sustancia azucaradas como zumos.

3.- el tiempo durante el cual las bacterias están adheridas al diente es fundamental: no es lo mismo comer un donuts y luego un puñado de frutos secos que al revés. Los alimentos duros realizan una labor de arrastre y ayudan, junto con la saliva, a eliminar los restos más pegajosos. Terminar de comer con un pedazo de tarta no es lo mismo que con un trozo de queso. De la misma manera, no es lo mismo que el ataque de las bacterias tenga lugar 5 veces al día que 17. El tiempo en el que el riesgo es mayor son los primeros veinte minutos tras haber comido. En esos primeros  minutos es cuando hay que lavarse los dientes. Pero la frecuencia con la que nos expongamos al riesgo es importante, así como el tiempo de contacto, aumentado en alimentos más pegajosos.

4.- Y finalmente, los factores de resistencia individual del paciente como la cantidad de saliva (reducida en ciertas enfermedades, o con el uso de medicamentos como corticoides comúnmente utilizados para el asma), un esmalte deficiente de forma congénita, una anatomía irregular de la superficie dental y otras circunstancias individuales pueden predisponer al niño a tener más caries. Aquí la higiene dental, el aporte de flúor y la conveniencia o no de colocar selladores oclusales juegan el papel más importante, pues estas medidas está demostrado que disminuyen drásticamente el número de caries presentes.


Entonces, ¿qué papel juega en todo esto la LM?

Vamos a ver qué factores juegan a favor de la LM en cuanto a la boca:
.- Al mamar el niño aprende a respirar por la nariz, lo que hace que se estimule el crecimiento del tercio medio de la cara.
.- La lactancia hace que al mamar la mandíbula se desplace hacia atrás y adelante, disminuyendo el retrognatismo mandibular fisiológico del recién nacido.
.- Los bebés cuanto más tiempo son amamantados menos se chupan el dedo o recurren a chupetes: hay una relación inversa entre el tiempo de lactancia y los hábitos bucales nocivos.
.- El bebé es capaz de controlar la longitud del pezón, su flexibilidad y el flujo de líquido, cosa que no puede hacer con tetinas ni chupetes.

Y concretamente, en cuanto a la caries:

.- El pezón se coloca al final de la boca, en el límite entre paladar duro y paladar blando. No toca los dientes, cosa que sí sucede con los biberones. 
.- Si el pezón no es ordeñado no sale leche de forma continua. Aunque el bebé se duerma con el pezón en la boca, la leche no sigue saliendo. No se queda leche desbordando la boca. En el mismo acto en que el pezón se exprime, la leche es ingerida. Con el biberón sí existe ese riesgo, y de hecho es el mayor peligro
.- La lactosa es el azúcar que tiene la leche. Este azúcar se metaboliza en los dos monosacáridos que lo componen gracias a la lactasa, una enzima que se sintetiza en el intestino delgado. De esta forma en la boca no hay glucosa, las bacterias no obtienen glucosa de la lactosa en la boca, sino que la obtienen de otros azúcares como la fructosa. El riesgo pues es debido a la alimentación complementaria, no a la LM. En cualquiera de los casos, la lactosa es el azúcar menos cariogénico que existe.
.- La leche materna contiene enzimas e inmunoglobulinas que inhiben el crecimiento de las bacterias que producen caries así que, de hecho, la leche materna previene la caries.
.- La leche materna en realidad hace que se deposite calcio y fósforo en el esmalte. No causa una disminución significativa en el pH, al contrario de lo que piensan muchos dentistas. La leche humana no es cariogénica a menos que haya algún otro azúcar fermentable introducido por la dieta.
En un paciente que no mama, y más en los niños, el ver que el niño está “todo el día” comiendo induce a pensar que está sufriendo un ataque ácido detrás de otro. Al dormir disminuye la producción de saliva con lo cual el arrastre de restos de comida se reduce al mínimo, y de hecho cualquier resto se queda adherido al diente hasta la mañana siguiente. Esto supone aumentar muchísimo el riesgo de caries. El niño que se duerme sin cepillarse los dientes es el perfecto candidato para tener caries.  El dentista siempre ha de insistir en que hay que cepillarse los dientes antes de irse a dormir, tanto niños como adultos. Pero el niño que mama es diferente. No es un adulto chiquitito. No funciona igual. No es extrapolable. Si simplemente el único cambio en la conducta de la madre y el niño es suspender la lactancia, no va a mejorar ni a disminuir el riesgo de caries. Mamar por la noche no supone de ninguna manera el mismo riesgo que dejar el biberón colgado de la boca del niño por la noche.


Entonces ¿Por qué me hijo tiene caries? ¿Qué puedo hacer ahora?

Las caries aparecen porque el equilibrio entre desmineralización y remineralización se ha roto. La boca se ha convertido en un entorno ácido.  Hay que ver por qué. Hay que estudiar qué come el niño, cada cuánto, cómo están las bocas de sus padres y cuidadores, si come alimentos protectores contra la caries o no, y en cuyo caso introducirlos. Comprobar que la higiene bucal es buena y si es necesario aportar flúor en la pasta de dientes o en barnices o como sea mejor para él. Hay que estudiar muy pormenorizadamente todos los hábitos. Y mamar no es un hábito. Ni bueno ni malo. Mamar es una necesidad. Cuando se hayan controlado todos los factores externos anteriormente comentados, nos daremos cuenta que la LM no juega un papel decisivo en el inicio ni el desarrollo de las caries.

Es importante ser conscientes de que un niño con caries de aparición temprana (las que aparecen en menores de 3 años) es un niño con alto riesgo de caries, es decir, con riesgo de tener tres o más lesiones cariosas al año. Pero es más importante aún cuidar las piezas que no tienen caries, y de hecho eso es lo más fundamental, crear un entorno en la boca que permita que el resto de piezas libres de caries, incluyendo las que aún no han erupcionado, las definitivas, sigan libres de caries.

Irene Iglesias Rubio.
Odontóloga.
Nº Col. 40005606.
Centro Dental E-boca.
Tfno. 921412271.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:

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